Por: Eduardo Infantes Santillán.
Existe la probabilidad de que una parte de todos nuestros males que hoy nos están aquejando (en relación con nuestra salud): procesos virales, digestivos o bronquiales, estén vinculados a procesos cíclicos del severo deterioro de nuestro sistema inmunológico, la ola silente de la enfermedad mental y las consecuencias de la sociedad de la opulencia (obesidad mundial, sedentarismo y predominio del individualismo sobre el espíritu colectivo) post Pandemia del COVID 19.
Ante este patético panorama (alucinado y desproporcional, son solos hipótesis), necesitamos HACER (estamos convencido de ello) tres cosas fundamentalmente.
Primero: cambiar nuestra alimentación. CERO: productos transgénicos, AZUCAR y derivados. Ningún tipo de aceite vegetal; SOLO: “Aceite de oliva, aceite de coco no refinado, aceite de aguacate, mantequilla (no margarina), manteca de cerdo o mantequilla GHEE”. “El ghee o gui”, también “usli ghee” o “bien samne”, es una especie de mantequilla clarificada, originaria de la gastronomía india y paquistaní, empleada también en la gastronomía árabe. Aunque se obtenía originalmente de leche de búfalo, hoy en día se obtiene a partir de la mantequilla de leche de vaca. (fuente Google).
Comer carne, pescado; fundamentalmente mucha proteína animal, frutos secos y vegetales, podría mejorar nuestra salud.
Segundo: realizar ejercicio diario, actividad física (pausas activas y movimiento); sobre todo: ¡Meditación! Atención plena: Mindfulness, por lo menos cinco a diez minutos diarios. Desconectarnos de la «Inteligencia Artificial» que nos está robando la «inteligencia humana»; así como la capacidad crítica y el ejercicio de la memoria, reflexión y desarrollo de nuestra atención-concentración.
Tercero: necesitamos involucrados en actividades que fomenten y desarrollen el bien común y el bienestar comunitario. Con ello le damos sentido y propósito a nuestra vida y recibimos diariamente la cuota energética de abrazos necesarios por día: ocho abrazos para recargar energía.
Si todos los días estamos atentos a cargar la batería de nuestro celular, también podríamos estar mucho más dedicados a cargar la batería de energía de vida interior. Renovar el espíritu por validar el sentido de experiencia comunitaria desde la praxis diaria; como puede ser: la obra social, el bienestar común y sobre todo el bien SER.
Si hacemos ello, quizás podremos mitigar (en parte) nuestros males (enfermedades, despropósitos, desgano, falta de sentido y orientación de vida) y recalibrar toda nuestra energía propositiva y positiva, para generar reacciones favorables en la trilogía de la vida que forman nuestros sistemas: nervioso, inmunológico y endocrino.
La Psiconeuroinmunología es hoy la disciplina que permite mejorar de manera sistémica nuestro rendimiento en la mejora de nuestras defensas frente a los próximos flagelos creados por la ignominia humana del laboratorio científico del “Holocausto del Marketing”.
Si agregamos a ello (y todos lo sabemos) que la alimentación es la fuente principal de la salud y empezamos a cuidar nuestro segundo cerebro: nuestro sistema digestivo, desde el microbiota intestinal, podremos regular la vida de nosotros que somos super organismos capaces de autorregular y controlar nuestra salud.
Hoy en día la ciencia ha puesto en el estudio del microbiota particular interés. Es quizás este elemento de vida, factor indispensable para el correcto y sano crecimiento corporal; el cual permite el desarrollo de la inmunidad en nuestro cuerpo y la mejora en nuestra nutrición.
Entonces, si hacemos estas sencillas, pero al mismo tiempo complejas nuevas prácticas de hábitos de vida saludable, quizás estaremos en mejores condiciones de llegar, hasta donde tengamos mejores opciones de llegar, en la fantástica experiencia de vida longeva con mejores condiciones de salud y así desarrollar, valga la redundancia: una vida, no solo de calidad; sino, de entrega y fe por el bienestar comunitario y sobre todo familiar hasta el fin de nuestros días.
En síntesis, una vida con SALUD: es una vida de AMOR; debemos insistir, por ello, setecientas veces siete: una vida que cuida la vida, en comunidad, es una vida saludable